Si todos hacemos un
poco, se dice, el resultado agregado será un medio ambiente más saludable para
la vida humana. Otros argumentan que, en el caso de los países pobres, es una
locura preocuparse por la protección y conservación de la flora y fauna que nos
rodean, así como de los demás recursos naturales, pues el desarrollo económico
requiere la explotación de todos estos “insumos” para generar riqueza, que
eventualmente será repartida por medio del mercado y alguna ayuda del Estado
(aunque no necesariamente de manera equitativa). Los que se oponen a esta
visión desarrollista son llamados de manera despectiva como “eco-histéricos” o
“neo-comunistas” (verdes por fuera, pero rojos por dentro).
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